Hace mucho tiempo, aproximadamente unos 60 años atrás, en el sector del Porvenir, un hombre llamado Galvarino Núñez tenía un sandial a orillas del río Mataquito. Él todas las noches iba a vigilar sus sandias, ya que su padre lo mandaba, porqué se decía que en Mira Ríos, había un grupo de ladrones que merodeaba por los alrededores de Hualañe. Galvarino iba armado con una escopeta de dos cañones con un alcance de trescientos metros a la redonda, también iba con tres perros de raza labrador, que su padre los había entrenado para cuidar cualquier siembra o ganado.
Una noche, Galvarino, fue a vigilar el sandial, pero esta ocasión era diferente, sentía que no sería una noche igual que cualquier otra, porque se sentía vigilado por una especie de espíritu. Cuando iba subiendo el cerro, más o menos a medio camino, le recorrió un escalofrió de la cabeza hasta la punta de los pies. Quedó paralizado, fueron unos treinta segundos, y cayó al suelo. Sus perros lo olfateaban queriendo saber que le pasaba, porque parecía petrificado. Luego de un momento, se levantó siguiendo su camino, como si nada le hubiera pasado. Cuando llegó a la sima del cerro, iba bajando al sandial y resbaló cayendo nuevamente al suelo. Sus perros empezaron a llorar como diciéndole a Galvarino que no debía bajar al sandial, porque algo malo iba a suceder,…Una vez allí, en medio del sandial; sintió un ruido y dió un disparo al aire y los perros empezaron a gruñir. Entonces, se salió del sandial, y se acerco a la ribera del río. Quedó petrificado nuevamente, pues desde el agua surgió un hombre muy grande, parecido a Poseidón, llevando un tridente en la mano. Este gigante le habló a Galvarino:
- No tengas miedo, no es necesario que vengas a cuidar tus siembras, tú has sido un hombre bueno y has ayudado a mucha gente de Hualañe... Galvarino, yo protejo a Hualañe y a su gente… Entonces el gigante levantó su tridente y una gran bola de fuego lo cubrió por completo, iluminando el bello río Mataquito… Galvarino y sus perros quedaron aterrados y con miedo, pero a la vez orgulloso de lo que le dijo el gigante.
Finalmente, Galvarino llegó a su casa y guardó el secreto por cincuenta y cinco años. Vivía con una tensión en la cabeza que duró hasta el día en que vió en la televisión, la imagen de Poseidón, el dios del mar. Allí contó a la familia sobre aquella noche de suspenso y temor en las aguas del bello río Mataquito.
Escrito por Nicolás Núñez
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